En un mundo donde la movilidad y la curiosidad cultural no dejan de crecer, el acto de viajar ya no se limita a conocer paisajes o monumentos: lo realmente transformador muchas veces se encuentra en lo que ponemos en el plato. Este post explorará cómo la gastronomía se convierte en un auténtico motor de cambio —para destinos, para comunidades, para marcas— y por qué para los profesionales de la industria alimentaria resulta tan relevante adaptarse a esta tendencia. Con base en datos recientes y un enfoque profesional, nos adentraremos en la potencia de “viajar por lo que se come”.

Un nuevo paradigma: viajar por lo que se come

La industria alimentaria ya no solo produce alimentos para consumo funcional, sino que está en el corazón de experiencias culturales, turísticas y emocionales. Según un informe reciente de Hilton, en 2025 casi 1 de cada 5 viajeros se desplazará específicamente para descubrir nuevos restaurantes o experiencias culinarias. Asimismo, más del 60 % de los viajeros de lujo otorgan prioridad a alojarse en hoteles con excelentes restaurantes.

Para la industria alimentaria esto significa que los productos —ingredientes, recetas, experiencias de mesa— se convierten en factores de decisión no solo de compra, sino de viaje.

Cifras que hablan por si solas: tamaño del mercado y crecimiento

El mercado global del turismo gastronómico crece a ritmos destacados. Un informe de IMARC Group indica que el mercado alcanzó los USD 1.090,48 mil millones en 2024, con una previsión de llegar a USD 4.210 mil millones en 2033, con un CAGR de ~14,46 % entre 2025-2033. Otro análisis proyecta que el tamaño del mercado mundial pasará de unos USD 924,8 mil millones en 2024 a USD 1.067,95 mil millones en 2025, con un crecimiento del ~15,5 %.

¿Por qué los viajeros eligen la gastronomía?

La motivación va más allá del sabor: los viajeros buscan autenticidad, conexión local, historia detrás de los ingredientes y saber lo que están comiendo. Un estudio señala que el 78 % de los viajeros dicen que buscan «sabores frescos y únicos», y el 61 % quieren aprender sobre los orígenes del destino culinario. Asimismo, las tendencias de viajes para 2025 resaltan que la comida, la naturaleza y el bienestar impulsan el desplazamiento.

Así, la industria alimentaria tiene que repensar sus productos y storytelling: ya no basta producir, hay que contar la historia, el territorio, la naturaleza del ingrediente, su origen.

De la granja al plato del viajero: oportunidades para la industria

Para quienes trabajan en el sector alimentario —desde productores, distribuidores hasta chefs o marcas de alimentos— surgen varias oportunidades clave:

  • Desarrollo de productos “experienciales”: empaquetados, presentados o vinculados a un destino turístico, por ejemplo ingredientes locales que formen parte de una ruta de comida.

  • Colaboraciones con el turismo: alianzas con hoteles, tours gastronómicos o plataformas de viaje para posicionar productos como “parte de la experiencia del viaje”.

  • Historia y trazabilidad como plus: La búsqueda de lo auténtico permite que productos con fuerte identidad territorial ganen valor. La industria alimentaria puede capitalizar esta tendencia.

  • Sostenibilidad y comunidad: Los viajeros valoran cada vez más la sostenibilidad, lo local y la economía circular. Un producto alimentario que encarne esos valores estará mejor posicionado.